Estoy segura que coincidiréis conmigo en que estamos en un momento de gran apertura, a nuevos conocimientos, a nuevas experiencias, a nuevos retos, a nuevos paradigmas, y que todo esto forma parte de un camino de libertad y transformación. Y en que, a veces, tanta información puede confundirnos.
En este recorrido hacia un nuevo lugar, en el que podemos elegir la ruta y el objetivo con más libertad personal, van sucediendo muchas cosas. Es fácil pensar que si elegimos todo lo que deseamos y nos dirigimos hacia ello, el camino será fluido y agradable. Sólo porque lo deseamos con toda nuestra fuerza, las puertas se abrirán, con mayor o menor dificultad, a nuestro paso, y con nuestra claridad y decisión conseguiremos avanzar sin problemas.
Al menos eso he pensado yo muchas veces, ha sido fácil confundir la intención clara con la facilidad para conseguir mis objetivos. Pensaba que ambos temas iban unidos. Y ahora, después de muchas experiencias diversas, he visto que esto sucede así en muchas ocasiones, aunque no en todas, ni todo el tiempo.
Hace unos días reflexionaba con una buena amiga, una vez más, sobre los movimientos y procesos corporales que nos van sucediendo en el camino hacia la salud integral. Recuerdo que llamamos salud a un estado de armonía y buena comunicación entre mis pensamientos y sentimientos conscientes con los sentimientos y necesidades inconscientes. Salud es coherencia y comunicación.
Y si, tal y como suena, esto es complejo. Posible, pero complejo.
Para mí fue importante saber que la enfermedad o el síntoma corporal es parte de esta coherencia. Solemos tomar estas expresiones corporales, en forma de emociones o sensaciones, como parte de un desequilibrio, cuando en realidad, es que el organismo ya está reequilibrando o compensando algo que es necesario para nuestro ser.
Para nuestra conciencia no existe ni lo bueno ni lo malo, sino que las cosas son.
Hay muchos mecanismos para satisfacer una necesidad orgánica, si hay alguna función en nuestro organismo que no se puede cumplir con eficiencia, siempre habrá otra función que se esforzará por equilibrar esta falta, y mantener las funciones básicas necesarias.
Si me he torcido un tobillo y cojeo, la musculatura de la otra pierna se esforzará el doble para que garantizar la movilidad y el desplazamiento. Si esto dura mucho tiempo se resentirá esta musculatura, pero seguiremos andando.
Se ve sencillo ¿verdad?
Seguramente hemos escuchado alguna vez sobre la importancia de los mensajes del cuerpo , como también la sugerencia de entenderlos, descifrarlos o traducirlos. Muchas veces esto es algo difícil de comprender. A mí al menos no me ha resultado nada sencillo.
El consciente tiene un lenguaje y el inconsciente tiene otro distinto . Lo que siento en mi cuerpo como molestia o dolor no está en mi consciencia. Si lo hago consciente, ya no es necesario el lenguaje del síntoma para saber que necesito o deseo.
Si lo hago consciente me sentiré más integrada, algo nuevo se ha sumado a mi consciencia, ésta se ha ampliado.
Si hago consciente mi estrés y aprendo a relajarme, ya no necesito de mi crisis de ansiedad, que ha venido a decirme que mi sistema simpático está sobre exigido. La ansiedad me dice que es necesario que me relaje activando mi sistema nervioso parasimpático. Bajará la tensión, respiraré mejor, y me sentiré más equilibrada.
¿Por qué es tan complejo este proceso? Porque mi inconsciente es más antiguo y más grande que mi consciente, tiene mucha información, muchas experiencias vividas y memorizadas, que pueden ser importantes para mi vida. Puede tener muchas cosas para decirme que aún no sabe mi mente. Están sólo en mi inconsciente.
Esto que parece un trabalenguas es lo que sucede en nuestro organismo.
Muchas experiencias de nuestra vida se quedan en el inconsciente, en nuestro cuerpo, porque no encajan en nuestras normas de vida, en las creencias que nos marcan el camino. Actitudes y emociones que en el proceso de cambio es necesario pasarlas al consciente, y para esto suele ser necesario quitarles el juicio negativo, la prohibición, o la culpa que conllevan.
¿Cuál es el riesgo de mantener el síntoma, o anestesiarlo?
Que la permanencia del esfuerzo a largo plazo de la función exigida va debilitando el organismo, los tejidos y las funciones saludables.
Bienvenido sea el lenguaje del inconsciente que se expresa en nuestras sensaciones físicas, síntomas corporales, o disturbios en nuestro “normal” funcionamiento. Algo interno y profundo se hace visible externamente . Tenemos una señal clara que podemos atender.
Por este mecanismo es que el contacto consciente, el masaje por ejemplo, o los movimientos que estimulan la conciencia sensorial, ayudan a despertar memorias inconscientes almacenadas en nuestro cuerpo que, una vez activadas, y en la conciencia pueden ser procesadas e integradas en un proceso terapéutico.
Y por eso, el camino hacia la salud, algunas veces, nos lleva por caminos sinuosos que, aunque nuestra mente dual, y nuestros juicios los califiquen de manera negativa, son necesarios e importantes para nuestro crecimiento, evolución y salud.
La sombra a veces se hace luminosa luego de atravesar cierto tramo opaco en el que no vemos con claridad la salida.
Detenerse a escuchar, descifrar el síntoma o molestia física es establecer un espacio seguro para poder conversar tranquilamente con nuestro inconsciente y comprender su necesidad o deseo oculto. Simplemente.