







Todos hemos oído hablar de traumas, y es un tema que nos toca a todos en diferente medida. La palabra y el concepto de trauma están muy extendidas actualmente. Muchas veces se generaliza el concepto aplicándolo a cualquier evento difícil que se haya vivido, otras se habla de él como un hecho desvastador, y también se menciona como algo irreparable y definitivo. Quiero aquí poner atención a un par de aspectos importantes que espero sean útiles para aclarar dudas.
Hay muchos tipos de trauma, que dejarán consecuencias diferentes dependiendo de su intensidad, del momento del desarrollo en el que ha sucedido, y de la manera en que se ha vivido.
Es importante la difusión que se hace del tema porque tener conciencia de su existencia ayuda a entender cómo es que muchas veces, haciendo tantos esfuerzos para cambiar una actitud o sentimiento no conseguimos el resultado que necesitamos. Y por más que observemos, intentemos recordar, revisemos nuestra historia personal, no encontramos el origen del conflicto.
Una de las características significativas es que en la experiencia de trauma la energía pierde su movimiento vital, se congela , se bloquea el flujo saludable. En el trauma se produce una captura de la energía emocional que no fue posible descargar en el momento en que se vive la experiencia. Esta dosis de energía, una vez bloqueada, deja de estar disponible en el organismo. A partir de allí, no estará accesible para el momento presente.
Esto sucede porque la energía emocional de la experiencia vivida está encapsulada, la emoción está intacta tal y como la sentimos en aquel momento. El tiempo y el espacio dejan de existir en esa capsula que se almacena en el inconsciente.
Esto responde a un mecanismo de supervivencia en el que la conexión con el córtex cerebral se desconecta y prevalece la información en el cerebro límbico. Esto permite a la persona/organismo seguir adelante con la vida sin estar en permanente contacto con ese sentimiento desbordante que no ha podido ser acogido ni procesado como era necesario.
Podremos acceder a esa emoción cuando estemos en un espacio seguro que nos permita expresarla sin riesgo.
Las emociones que pueden estar retenidas son muy diversas, miedo, rabia, tristeza, soledad, y también una combinación de varias. Emociones que no pudieron ser atendidas o sentidas en su momento, porque la situación o el entorno no eran favorables para que esto sucediera.
Precisamente una de las condiciones para que este congelamiento se produzca es que lo vivido era demasiado intenso, o demasiado incomprensible para ser asimilado, y que haya sido vivido en soledad, sin que la persona pudiera sentirse acompañada o comprendida por alguna otra persona. Esto hace que la emoción puede ser percibida como fuera de la experiencia humana y nos quedamos sin herramientas ni recursos internos para digerirla y asimilarla.
Hay dos grandes tipos de trauma
· El trauma de choque : un único episodio, de gran dimensión y que ha ocurrido de forma sorpresiva, que a mi cuerpo y a mi mente no le fue posible procesar. Por ejemplo, una catástrofe natural, una guerra, un accidente, una agresión violenta de alguien en quien confiábamos.
· El trauma de desarrollo: muchas experiencias dolorosas que se han repetido y mantenido en el tiempo durante el desarrollo o crecimiento de la persona. Abandono emocional, agresiones verbales, negligencia en los cuidados básicos, abusos emocionales y físicos.
Episodios que pueden derivar en trauma
Debido a la falta de educación emocional de nuestra sociedad casi todos hemos vivido situaciones traumáticas a lo largo de nuestra vida, sobre todo en nuestra infancia.
No siempre somos conscientes de haber vivido una experiencia traumática, las actitudes y los aprendizajes se normalizan, se vuelven habituales y perdemos la noción de lo que es saludable y lo que es tóxico.
Vamos a ver algunos ejemplos, no enseñarle a un niño a validar todas sus emociones poniéndoles nombre y dándole espacio para expresarla correctamente es traumático, no darle las herramientas para reconocer y satisfacer sus necesidades básicas anteponiendo las del adulto cuidador, es un abuso que puede ser vivido de forma traumática.
Juzgar, criticar o ridiculizar sus actos y su manera de hacer o de sentir puede convertirse en un trauma. Dejarlo al margen de episodios familiares importantes, como la muerte de un ser querido, y ocultar los sentimientos que esto produce, puede ser traumático.
De la misma forma que algunas de estas situaciones si se viven aisladamente, y con un apoyo emocional básico, no tienen por qué ser traumáticas para quien las vive.
Lo importante: El trauma puede repararse
Teniendo en cuenta las diferentes intensidades, la periodicidad y el contexto de la situación vivida, y del trauma, éste puede ser sanado en muchas ocasiones.
Es necesaria una exploración, algunas veces muy profunda, para encontrar la experiencia y emociones que lo originaron, porque el lenguaje inconsciente es simbólico y no sigue una causalidad lineal. Es necesario comenzar la exploración por un hilo suelto, un signo (movimiento, tic, conducta repetitiva, o un síntoma) que puede verse como insignificante, pero es la puerta de entrada a un mundo emocional contenido desde hace mucho tiempo atrás.
También es importante observar que en el contexto, antes y después de la experiencia de trauma, seguramente también ha habido situaciones o emociones saludables que al hacerlas conscientes nos ayudarán a reparar y equilibrar el dolor sufrido. Es necesario descongelar, y liberar esa energía contenida en el organismo en un espacio seguro, saludable y acogedor. El espacio psicoterapéutico es uno de los mejores contextos para realizar ese trabajo tan importante. Un espacio seguro y con un acompañamiento profesional.
Porque es importante valorar de forma individual, personal y respetuosa los síntomas, de diferente intensidad y características, que presenta cada persona sin interpretar ni etiquetar de forma definitiva lo que se ha vivido. Porque un error, una interpretación o una etiqueta también pueden significar un shock diagnóstico traumático que es necesario evitar.
Toda experiencia humana moviliza la energía de nuestro organismo en todas sus dimensiones, en la mayoría de las situaciones la reparación implica un re direccionamiento saludable de la energía vital, y la psicoterapia es una potente herramienta que nos ayuda en este proceso de transformación.